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apuntes de esta categoría

Víctor del Toro

3 febrero, 2014

Extemporáneo librepensador (esa categoría de personas extinta en la segunda mitad del siglo veinte), también poeta y agricultor, coleccionista empedernido de libros antiguos y de coches, entre los que estaba su mayor tesoro, un Hispano Suiza modelo J12, en Víctor del Toro Lucientes convergían, por extinción sucesiva de sus congéneres, varias líneas hereditarias de modo que a la edad de diecinueve años, pasó a ser un joven que, aunque sin familia directa alguna, había entrado a ser una de las mayores fortunas agropecuarias de la Sevilla de principios de los cuarenta del siglo veinte…

J12 ‘Lobo’

3 febrero, 2014

Se dirigió al otro extremo de la casa donde, en una inmensa cochera que tenía la entrada por el callejón de atrás, guardaban los coches de la familia.

Al entrar, un olor penetrante a gasolina y grasa, delataba la presencia umbría de varios coches. En el fondo, tras el Range-Rover, iluminado por un pequeño ventanuco, se veía la silueta elegante y dormida, del Hispano-Suiza.

Según se acercaba, Dulce pudo distinguir la figura inmóvil de Víctor, en el asiento de la izquierda del conductor. Se aproximó en silencio hacia el coche y vio su pelo blanco, destacando en su cabeza echada hacia atrás, tras el cristal de la ventanilla. Parecía dormido profundamente. Tocó suavemente el cristal con su anillo y aquella figura, con un respingo súbito, recobró la vida.

Dulce

2 febrero, 2014

Está pensando que, al llegar a casa, le gustaría no tener nada que hacer. Sentarse arriba en el sofá de su cuarto, encender a escondidas un pitillo, las ventanas abiertas y las persianas de tirilla verde bajadas por fuera del barandal del balcón, con este calor que la tiene sofocada, quitarse la botas y pasar un buen rato hasta la hora de la comida sin hacer nada.

Solo estar allí recostada imaginándose cómo afuera, la tarde, instante a instante, empieza a ganarle el pulso de luz amarilla a esa mañana de finales de primavera en Sevilla, para írsela hurtando en ocres.

Hojear alguno de los libros que tiene a medias sobre la mesa de camilla, y acabar resbalando lentamente por el respaldo del sofá hasta quedar tumbada de costado, con las manos entre los cálidos muslos, como hacía de más joven en las siestas de la casa de Sanlúcar, acurrucándose entre los enormes cojines indios, y dormitar perdida, mezclando girones de sueños con los rumores cotidianos de la calle Alfonso XII, hasta que Fermina la llamase desde abajo para comer: “Señorita Dulceee, a la mesaaa”. Pero qué va, ni lo sueña. Dentro de poco cambiará el semáforo, y continuará empujando por el paso de peatones la silla de ruedas de su resuegra, de vuelta a casa.

Braulio

2 febrero, 2014

Acaba de abrir con el seis doble, la partida del viernes por la mañana. Por eso los otros tres aún tienen sobre la mesa, siete fichas de dominó cada uno. Han tenido que parar nada más empezar, porque al Sebas le ha dado un apretón y le ha pedido a Braulio de entrar en la Casona a aliviarse. Mientras Rafaé y Papeles hacen tiempo hablando de lo del Partido en el ayuntamiento de Dos Hermanas, Braulio, a quien como siempre le importan un güito los asuntos políticos, se ha quedado ensimismado sentado frente a la mesa blanca que tiene a la puerta de su casona, envuelto en unos inquietos pensamientos.

Rocío

12 enero, 2014

No puede más. Saldrá al balcón de la oficina donde trabaja, a tratar de despeñar desde aquella altura vertiginosa, los espantos que desde el pasado sábado la acosan con saña, dormida y despierta, sin respiro.
Desde su mesa, a través de los cristales del edificio de la Junta, en la Torre de Triana, un espectacular edificio faraónico y papal, se puede ver la luz viva del final de la mañana de un viernes del principio del verano en Sevilla. Una panorámica completa de la capital de la alegría, que apenas una semana atrás, le parecía a Rocío la única ciudad de la tierra levantada por las mujeres y los hombres que durante siglos la habían habitado, con el único designio de poder vivir mejor en ella el amor.

El anciano

4 enero, 2014

La Primera Dama, con una expresión seria en el rostro con la que trataba de disimular su sorpresa, volvió la cabeza hacia JFK con el teléfono todavía pegado a su sien.

—Es un tal Allan Karlsson, amigo de Onassis —le aclaró a su marido tapando el auricular. Éste, con gesto huraño, le hizo una seña para que continuara hablando y se fue hacia la puerta del dormitorio de la Primera Dama, la entreabrió, dijo algo a alguien que estaba detrás de ella, y la volvió a cerrar.

Anitta Bengtsson

15 octubre, 2013

Y una de ellas, la nueva fiscal, Anitta Bengtsson, una elegante y discreta mujer de taritenta años que siempre ha sabido esperar su momento, resuelve en cuarenta y ocho horas el caso, si bien ella tiene muy claro que se trata tan solo del primer escalón en la irresistible ascensión a la presidencia del gobierno sueco que Anitta tiene debidamente planificada. La vida en Idre, desde hace una semana, se ha vuelto endiabladamente interesante.

La Reina Ginebra

15 julio, 2013

Tras bailar el repertorio casi completo y varios bises, los bailarines peruanos estaban ya exhaustos y bastante mareados. Allan, bien fresco aún, se despidió de ellos y volvió a la mesa dando todavía, ágiles saltitos de sirtaki.

—Ah, ¡qué de recuerdos me traen estas melodías helénicas! —le dijo con añoranza a Aronsson—. Me hacen recordar las fiestas en la embajada en París con Jackie. ¡Cómo se lo pasaba aquella mujer! Era una yegua de raza, con ganas de desbocarse. —Ahora ya, la añoranza había abierto paso a una nostalgia bobalicona en su sonrisa.